Suelo presentarme sin mirar a un punto fijo, los cordones desatados y parte del discurso es un disfraz que cosí soñando.
No
decoro lo que siento, aunque no dure demasiado, de un suspiro a otro
cambio de vía, y de nuevo el tren se está marchando. No tengo prisa,
tampoco miedo pero paso de la mano escondida y sin dejar de correr, así
me muevo. No me juzgues por mis actos, no barajo bien en este juego.
Actúo, luego pienso. Quizás deba cambiar y ser más acorde al universo,
pero verás, no controlo demasiado esos impulsos vestidos de autoengaños
que me acortan en el tiempo. Desde niña me moví en el mismo trueque,
acepté mi soledad a cambio de perseguir lo que quería, vendí un par de
camisas viejas para abrigarme con grandes sueños. Perdí todo en el
intento, desde entonces solo busco hogueras que calmen por unas horas el
frío. No tengo paciencia pero me acomodo y espero, veo en el camino
pasajeros que no tienen muy claro donde ir pero delante mantienen un
espejo. Aquí y ahora, escucho desde lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario