¿Sabes esa
sensación en la que todo carece de sentido y solo sientes un nudo en
alguna parte de tu pecho? Cuando
hasta la mirada es algo que pesa y todo lo que te rodea se vuelve una
fría sintonía que te desnuda y envuelve para que escuches con la
piel lo triste que suena.
Y a su vez el
tiempo camina lento con el viento en su contra. Recordándote que no
espera a nadie, que a cada instante pierdes aquello que podría ser
éxtasis pero tan solo es un doble vacío entre lo que piensas y lo
que sientes.
Esa catástrofe
natural que nace y crece en ti mismo, llevándose a su paso todo lo
que creías que siempre seguiría en pie, llevándose en un soplo
hasta el último acento de amor.
Esa sensación
que te lleva hacia lo ausente, allí donde ya no queda nada más que
el silencio de frente.
Pero cómo atar a
la coherencia lo inevitable, cómo desatar lo inevitable a todo este
miedo. Sé por dónde empezar esta guerra, cómo emprender un
comienzo, pero la fuerza hace tiempo que dejó de ser un arma, no
puedo luchar con las manos vacías sin acabar muerta. Pero tampoco
puedo vivir dentro de una tumba, es cuestión de tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario